jueves, 9 de julio de 2020

Arrow

No ha sido la primera serie de superhéroes de la televisión: ahí están el Superman de los ¿50? o el Batman de los 60. Tampoco ha sido la primera serie de superhéroes reciente, puesto que son anteriores Lois y Clark y Smallville. Éstas estaban más centradas en la personalidad civil (la primera) o pre-superheroica (la segunda) del cruzado con capa. Ni siquiera ha sido la primera en presentar a otros superhéroes junto al protagonista, puesto que en Smallville ya apareció una especie de Liga de la Justicia (de aquella manera). ¿Qué tiene, pues, de especial esta serie?
Básicamente, y desde mi punto de vista, que fue la primera piedra de un universo superheroico televisivo (al que, informalmente, se le llama el Arrowverso), del que han ido saliendo, a modo de spin-offs, otras series: The Flash, Leyendas del mañana, Supergirl, Batwoman… y las que quedan, puesto que ya se anuncian más. Un universo superheroico en el que se institucionalizaron cosas muy características de los tebeos de superhéroes, los cruces (crossovers) entre colecciones (series), o las visitas de unos superhéroes a otros. Además de la marca de fábrica de la editorial DC, esto es, las tierras paralelas, con distintas versiones de cada personaje, superpoderoso o no. Un universo superheroico que DC no ha querido, o no ha sabido, aprovechar para cimentar su franquicia cinematográfica (cosa que sí han sabido hacer en Marvel, donde ambos medios, televisión y cine, interactúan... no mucho, pero lo hacen).
Por otra parte, cada temporada (no recuerdo si desde el principio, pero creo que sí), además de la historia principal (o en tiempo presente) se iban narrando flashbacks que nos mostraban que la estancia de Oliver Queen en Lian-yu no había sido tan solitaria como hizo creer a la gente; cuando el pasado se agotó, tocaba narrar el futuro, aunque igualmente con repercusiones en el presente. Igualmente, al final de cada temporada parecía alcanzarse un fueron felices y comieron perdices, que se iba al garete al comenzar la siguiente.
Otra originalidad es que el protagonista acaba haciendo pública su identidad, básicamente cuando ya no quedaba nadie que no la supiera. En el lado negativo, los continuos cambios de nombre del superhéroe, y ese tono dark and gritty que, si no recuerdo mal, arranca de cuando Mike Grell cogió la serie de tebeos.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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