sábado, 4 de julio de 2020

Proceso al proceso (39)

Cuando comencé esta serie, mi idea era sólo ir comentando, con la inmediatez suficiente, las noticias que iban surgiendo en relación con el juicio a los golpistas (iba a poner catalanes, pero como uno nunca está seguro de que lo sean realmente -Pérez, por ejemplo, creo que es aragonés-, me dejo de gentilicios) de Cataluña.
Como esas cosas son el cuento de nunca acabar, y además la Justicia en España está, desgraciadamente, politizada -por unos y por otros: no olvidemos la elección partitocrática de los miembros del Tribunal Constitucional o del Consejo General del Poder Judicial… a finales de mes, si todo va como debe, hablaré de cómo solucionar eso, o al menos paliarlo-, la cosa se ha alargado bastante más allá de la promulgación de la sentencia. Digamos que se ha convertido en una manera de tratar temas referidos a la cuestión catalana sin tener que seguir la regla del first in, first out.
A lo que vamos. Hace cosa de un mes, el ministro de Justicia -el churri de la presidente del Congreso de los Diputados, según dicen- dijo en sede parlamentaria, dirigiéndose a los ierreceos, que hay que abordar entre todos la salida a una crisis y un debate constituyente.
Desde mi punto de vista tal afirmación, sobre exteriorizar una línea de pensamiento, parte de un error de base, cual es considerar que la Constitución Española de 1.978 es el problema, cuando no es así. Cierto que es manifiestamente mejorable -algo de lo que no me di cuenta durante la carrera, a pesar de haber cursado las dos asignaturas de Político con, modestia aparte, brillantez, sino al estudiar la oposición que finalmente aprobé… o a lo mejor es que entonces tenía algo más de capacidad de discernimiento-, pero el verdadero problema radica en los que pretenden violentarla o, directamente, saltársela (o pasársela por el escroto, que viene a ser lo mismo).
Es como si, ante la delincuencia, se dijera que el problema es el Código Penal, y no los delincuentes…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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