domingo, 5 de julio de 2020

Proceso al proceso (40)

Como ya he dicho varias veces, lo único que mantiene unidos a los enemigos de España es, precisamente, su odio a España. Si España desapareciera, se destrozarían entre ellos.
Me estoy refiriendo, naturalmente, a los enemigos internos: izquierdistas, sabinianos, terroristas, ierreceos y gente de esa calaña están prestos a destrozarse entre sí. En el caso de los catalanes, además, la cosa es peor, porque a eso unen la soberbia de los líderes y los proyectos. Me explico.
En Vascongadas, el PNV ha tenido la suerte de mantener siempre la primacía en la orilla nacionalista. Se les fue Garaicoechea a fundar Solidaridad Vasca (reconozco que hasta el momento de ponerme a escribir esta entrada nunca me preocupé de saber qué significaba en español el nombre en vascuence del partido), pero consiguieron minimizar el golpe. En cuanto a los asesinos de ultraizquierda, siempre los vieron como una herramienta útil (los que sacuden el árbol) para obtener réditos (nueces) frente a los sucesivos gobiernos españoles. Incluso cuando no fueron la fuerza más votada, en los años ochenta, lograron retener la presidencia del consejo de gobierno regional. Únicamente el auge incremental de las sucesivas formaciones políticas etarras -es lo que pasa cuando alimentas a las hienas (y que me disculpen esos mamíferos tan injustamente vilipendiados), que tienden a crecer- ha amenazado su poder. De hecho, los neocom plantean un tripartito vasco con socialistas y terroristas para desbancarles del poder, si salen los números tras las próximas (tanto en el sentido de siguientes como en el de cercanas) elecciones regionales.
Pero esta serie de entradas va de Cataluña, y apenas he tocado el tema. Resulta que hace poco -apenas una semana- tuve noticia de que había surgido una nueva formación independentista en la región, el PNC: Partido Nacionalista Catalán, que es como decir todo y no decir nada, puesto que todos allí son nacionalistas o acomplejados. Se proclama soberanista (¡cómo no!), pero no unilateralista, y apoyan la vía escocesa (que vendría a ser como la quebequesa: referéndum pactado tras referéndum pactado hasta que consigan lo que quieren, momento en el cual se acabarían los referéndums).
Algo que no ha sentado nada bien a Chistorra, que ha afeado al neonato su proclamación de la lealtad a España. Dónde se ha visto, proclamar la lealtad precisamente a quién te paga el sueldo…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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