lunes, 20 de septiembre de 2021

Iconoclasia

Hubo un tiempo en que los políticos lo fiaban todo a la gestión. Después, hará unos sesenta años, empezaron a fiarlo todo a la imagen. El caso de las elecciones presidenciales estadounidenses de 1.960, en la que ninguno de los dos candidatos era precisamente trigo limpio, pero en la que uno tenía mucho mejor aspecto que el otro, es paradigmático.

En España, las cosas han oscilado. Recordemos que uno de los factores que contribuyeron al éxito del PSOE a principios de los años ochenta del pasado siglo era la juventud y -decían- atractivo de su entonces líder. A contrario sensu, de su sucesor en la presidencia del gobierno decían que era bajito y sin carisma. Y aun así ganó dos elecciones seguidas, la segunda por mayoría absoluta.

Pero cuando las cosas se han salido definitivamente de madre ha sido con el psicópata de la Moncloa, un cortoplacista a la máxima potencia, alguien que funciona a base de (pretendidos) golpes de efecto, un producto de mercadotecnia (iba a decir marketing, pero he recordado a tiempo el equivalente en español) respaldado por una ambición sin límites y una absoluta falta de escrúpulos, capaz de apoyarse en cualquiera para alcanzar sus fines.

Fines que, al fin y a la postre, se reducen a uno solo: seguir ostentando el poder. Para ello hará lo que sea y prescindirá de quien haga falta, aunque sea de quienes le han llevado hasta donde está o han tragado carros y carretas en su nombre.

Aunque, como dijo Abraham Lincoln, puedes engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no puedes engañar a todos siempre. Así que la venda empieza a caerse de los ojos de quienes creyeron en sus proclamas -algunos nunca las creímos, por lo que nunca tuvimos una venda que nos impidiera verle como lo que realmente es: uno de los mayores peligros actualmente, si no el mayor, para la democracia en España.

Y mes y medio después de la crisis del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer -un consejo de ninistros que es una crisis en sí mismo, un desastre, una calamidad, las diez plagas de Egipto en una… o en veintitrés-, el PSOE seguía sin remontar en las encuestas, y la posibilidad de un gobierno de coalición entre PP y Vox era cada vez mayor.

Eso, si la derecha no hace como acostumbra y acaba fastidiándolo todo, claro está.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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