Por alguna extraña razón, la mayor parte de las tramas de corrupción que afectan al partido de la mano y el capullo empiezan, se desarrollan o terminan en un burdel, un prostíbulo, un lupanar, una casa de lenocinio… una casa de putas, para hablar claro.
Y, a pesar de todo ello, las feministas de
izquierdas -que, de acuerdo con ellas mismas, son las únicas feministas
válidas, aunque las distintas facciones se dediquen a descalificarse entre sí…
pero esa es otra historia- guardan silencio, callan… como putas (perdón, pero
es que la expresión viene al pelo).
Así las cosas, está muy puesto en lugar que
en el Partido Popular se pregunten dónde están las ministras, diputadas y presidentas autonómicas del PSOE (aunque sólo haya una mujer socialista ocupando la presidencia de una comunidad autónoma, y eso porque tiene el beneplácito de los terroristas). En cuanto a mí, aventuro en el título de esta
entrada una posible razón para tan reiterada coincidencia (en el sentido de
concurrencia, no de casualidad).
No hay más preguntas, señoría…
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