viernes, 15 de marzo de 2024

De lógica resoluta

La Constitución española de 1.978 lo dice muy claro en el apartado primero de su artículo 3: el castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. Añade en el apartado segundo que Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.

La combinación de ambos preceptos (me) lleva a una conclusión ineludible: un catalanoparlante (por ejemplo) no podrá obligar a nadie a tener que entenderle si habla en catalán fuera de Cataluña (apartado segundo); pero tampoco podrá obligarse a nadie a hablar en catalán en Cataluña, si ese alguien no quiere, puesto que de la única lengua que se predica la obligatoriedad de conocimiento y el derecho de uso es del español (mal llamado castellano).

Algunos podrán decirme que, puesto que el español es lengua oficial de España y existen ese derecho y deber en todo el territorio, por analogía podría aplicarse lo mismo a las lenguas regionales en las respectivas regiones. A lo cual yo opongo que el apartado segundo emplea el adverbio también, lo cual implica una cooficialidad, la posibilidad de uso de una u otra, no la excluyente oficialidad de la lengua regional (lo cual iría contra el apartado primero).

De donde se deduce que las leyes llamadas de inmersión lingüística son, en realidad, de ahogamiento del español. Dejando aparte que con ellas sólo podrías ir hasta Perpiñán o Irún (con el gallego probablemente podrías apañártelas en Portugal y, de rebote, en Brasil), el establecer una educación exclusivamente en la lengua regional, con cuotas o sin cuotas, es flagrantemente inconstitucional.

Por lo que el hecho de que el informe del Parlamento Europeo que analiza la susodicha inmersión pida que el español también sea lengua vehicular es, como dice el titular, demoledor. Pero es demoledor porque vamos camino de cinco décadas en los que se conculcan los derechos de aquellos que -repito-, acogiéndose a la Constitución, reclaman educación en español.

Y en Madrid, permitiéndolo.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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