Eso
fue lo que pensé cuando leí el titular de que una furgoneta había arrollado en Londres a varios peatones al lado de una mezquita, al grito de Voy a matar a todos los musulmanes (pues
tiene trabajo, son más de mil millones…).
El
secretario del Consejo Musulmán del Reino Unido condenó el atropello y dijo que
se trataba de una violenta muestra de
islamofobia, añadiendo que estaba en
shock por los sucedido y que sentía rabia.
Cabe
comparar esa reacción con la tibieza (por decir algo) con la que los musulmanes
en general y sus jerarquías en particular se manifiestan cuando son los
musulmanes los que matan y los occidentales los asesinados. No hablan de cristianofobia ni de occidentofobia, ni están en shock, ni sienten rabia. Repiten
machaconamente, una y otra vez, que se trata de casos aislados, y que los
asesinos no representan en absoluto a la umma
(término que elijo para emplear una sola palabra, y corta además, y hasta
palindrómica, para referirme a aquellos que profesan el Islam), y que el Islam
es una religión de paz.
Pues
oye, lo mismo puede decirse del cristianismo, y con más cercanía a la verdad,
además.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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