Con
este libro me he saltado dos normas (mías) no escritas, pero que en general
cumplo a rajatabla: no empezar un libro, dejarlo y empezar otro, y no
interrumpir la lectura de un libro. Me explico.
Hace
tiempo compré el segundo volumen -Conspiración-de
la trilogía que sobre Cicerón ha escrito Robert Harris. Cuando le llegó el
momento de ser leído, vi que no se trataba de una obra aislada, sino de parte
de una trilogía. Empecé a leerlo, mientras encargaba los dos volúmenes
restantes. Cuando llegó el primero, aparqué el segundo y empecé a leerlo… para
interrumpir de nuevo su lectura, a efectos de leer las dos revistas del grupo Muy (Muy
interesante y Muy Historia) que
compro cada mes antes de marcharme de viaje. Lo segundo lo logré in extremis, porque me marchaba el
Domingo al mediodía y finalicé el Muy
Historia poco antes de salir.
Este
primer volumen narra la vida política de Cicerón desde sus comienzos hasta la
víspera de ocupar el consulado de la República romana. Es, por lo tanto, la etapa
en la que se hace un nombre como jurista y orador, pero en la que todavía no ha
alcanzado la talla de estadista. Tiene, como dato curioso, en que es quizá la
única ocasión –junto con los tomos de Astérix,
pero esa es otra historia- en la que Julio César aparece como el villano (uno
de ellos, al menos, y no el de más importancia… todavía) de la historia.
El
recurso a emplear como narrador a Tiro (o Tirón), personaje real que fue
esclavo y secretario de Cicerón, permite contar los hechos desde un punto de vista
muy próximo al biografiado (novelescamente, pero biografiado) sin tener que
recurrir ni a la primera persona (sería un poco difícil que el propio Cicerón
narrara su muerte… aunque eso queda para el tercer volumen) ni tampoco al
narrador omnisciente.
De
todos modos, este volumen es, por así decirlo, un lento ascenso hacia el
momento de mayor gloria de Cicerón –la conspiración de Catilina-, que es
narrado en la primera mitad de Conspiración,
el segundo volumen de la trilogía.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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