Los
socialistas españoles siempre han sentido una indisimulada simpatía, cuando no afinidad,
por la banda de asesinos encapuchados del hacha y la serpiente. Me refiero,
como es general, a la postura de los dirigentes, no a la de los militantes de
buena fe y sólidos principios democráticos (no es ironía) que abominan de esa
banda de asesinos cobardes y miserables y de las componendas con los mismos.
Por
ello, no me ha extrañado en lo más mínimo que, planteada la propuesta de
colocar un monolito de recuerdo a Miguel Ángel Blanco en Bilbao, los
socialistas se unieran a los epígonos de Sabino Arana y se negaran a dicha solicitud. Al fin y al cabo, hace apenas una década el miserable de las cejas
circunflejas calificaba al terrorista Arnaldo Otegi de hombre de paz.
La
paz de los cementerios, es la única que concibe ese hijo de mil padres.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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