Hace
veinte días falleció el que fuera canciller democristiano de Alemania, Helmut
Kohl. Un gran hombre (en lo físico, desde luego), y un gran político.
A
raíz de su fallecimiento reflexioné con mi padre acerca de que, al menos desde
mi punto de vista, haya sido el último líder político de talla europea, junto
con los anteriormente finados François Mitterrand (un cabrón con pintas) y
Margaret Thatcher (un dolor de cabeza para el continente, como lo son todos los
políticos británicos que valen algo).
También
mencioné que, al menos desde la perspectiva del día a día, ya no hay líderes de
talla mundial, fallecido San Juan Pablo II (el Papa por antonomasia para los de
mi generación, supongo; para mí lo es), ni los ha habido desde hace ya bastante
tiempo. Ahora, mientras escribo, pienso que puede deberse a la perspectiva (o a
la falta de ella), y que quizá en su momento no se viera a Gandhi como una
figura de talla mundial, sino como un grano en el culo del Imperio Británico.
En
cuanto a Kohl, bastante tarea fue el reunificar Alemania y contribuir, en mayor
o menor medida, a la caída del muro de Berlín y, de rebote, del telón de acero.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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