No
por nada se llama feminazis a
aquellas que, diciendo ser feministas, lo que son en realidad es homófobas, no
en el sentido de odiar a los homosexuales (a, bi, tri, poli… lo que sea), sino
a los hombres en el sentido de seres humanos de sexo (y no de género, como se
dice tantas veces incorrectamente) masculino.
Semejante
odio les lleva a perpetrar las mayores barbaridades, de palabra y de obra. No
voy a referirme en esta entrada a las primeras, sino a una de las segundas.
Para este grupo de odiadoras profesionales, cualquier cosa que se les cruce por
el vacío intracraneal en un momento dado es susceptible de constituir violencia
contra las mujeres, se trata de lo que se trate.
Aunque
sea algo como, por ejemplo, la custodia compartida de los hijos. Deben
considerar que la atribución en exclusiva de la custodia a la mujer (¿es
también violencia contra las mujeres si se trata de custodia compartida en el
caso de una pareja de lesbianas… o de homosexuales varones?) no constituye un
caso de violencia contra los varones.
Y
si lo constituye, se lo tendrán merecido, los muy… hombres.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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