Desde
hace ya un cuarto de milenio –desde la Revolución Francesa, para ser precisos-
es una constante que quienes se presentan como regeneradores de la política
caen, una vez alcanzan el poder o siquiera se aproximan a él, en los mismos
vicios que denostaban.
No
voy a hablar de la izquierda española, porque considero que no tiene remedio. Voy
a referirme a la derecha y, en concreto, al partido que ha irrumpido más recientemente,
y con mejores resultados, en el ruedo político.
Vox
–como Podemos, pero a éstos ya sabemos quiénes les patrocinaban y les
patrocinan- apareció criticando el estado de cosas y defendiendo la necesidad
de cambiarlas. Pero ahora, cuando son la tercera fuerza en el Congreso de los
Diputados, salta la noticia de que se abren a participar en el reparto del Consejo General del Poder Judicial. O, por decirlo más claramente: el partido mantiene
su propuesta para que sus miembros sean elegidos por los jueces, pero no
renuncian a proponer un candidato (cosa que no hizo UPyD cuando, manteniendo
idénticas críticas, tocó la renovación anterior).
Nadar
y guardar la ropa le llaman a eso en mi pueblo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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