Que
Sin vocales es un sujeto ambicioso y
sin escrúpulos era algo fuera de toda duda. Lo que algunos no tenían –no teníamos,
quizá- tan claro era hasta qué punto estaba dispuesto a llegar. Ahora ya lo
sabemos.
Porque
proponer como nueva Fiscal General del Estado a quien hasta la fecha era la
titular del Ministerio de Justicia es algo muy fuerte. Supone pasarse por el
forro de los dídimos la teoría y la práctica de la separación de poderes. Pero es
que, además, esa mujer fue reprobada tres veces en año y medio, por juntarse
con lo peor de las cloacas del Estado, mostrar comportamientos que en alguien
de derechas habrían sido tildados de homófobos y encubrir delitos de pedofilia.
Pero
claro, la ha propuesto quien considera que todo depende del Gobierno –es decir,
de él-; y los que ahora están en el Gobierno dicen Diego donde antes dijeron
digo; y si antes era alguien que se reúne con un personaje de la basura de Interior, ahora es alguien perfectamente
idóneo porque pidió disculpas (aunque
no se sepa ni cuándo ni dónde ni cómo).
Mientras,
hay preocupación y estupor en el mundo fiscal y judicial
tras la propuesta porque, como resumidamente señalan, es como designar a Garzón (Baltasar, no Alberto). El primer partido
de la oposición ha recordado a Pierre
Nodoyuna que su candidata estuvo en un reservado con Villarejo conociendo
de delitos y no los denunció (es más, incluso hizo chanzas).
Sin
embargo, las decisiones del presidente tienen consecuencias, siquiera
temporales. La elección de Delgado como candidata a fiscal general enfrió la negociación para renovar el CGPJ, y las declaraciones de Junior respaldando
a Delgado soliviantaron a los vocales conservadores, que se plantearon rechazar
su idoneidad para el cargo, al tiempo que exigieron al cuarto y mitad de vicepresidente que no cuestionase la independencia de los jueces y le pedían mesura.
El
presidente del órgano que ni es consejo, ni es general, ni es poder, ni es
judicial, intentó sofocar la rebelión y propuso no analizar la idoneidad de
Delgado. Finalmente, el CGPJ avaló que Delgado cumple los requisitos legales para ser fiscal general, pero sin valorar su
idoneidad. Lo cual es tanto como reconocer que no es idónea para el cargo, puesto
que si lo fuera no habría ningún problema en realizar esa valoración.
Quod
erat demonstandum.
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