La
única explicación posible para que un ser humano tan miserable como Pedro
Sánchez Castejón tenga por delante una carrera en la política es que los que le
votan sufren una especie de mezcla entre unas tragaderas inmensas y una amnesia
galopante.
Que
un político se desdiga de sus palabras es, desgraciadamente, algo asumido. Ya
lo sintetizó aquel desastre de alcalde que fue Tierno Galván al decir que las
promesas electorales se hacen para no cumplirlas. Pero es que el actual mandaúnico o mandatodo del PSOE ha llevado esta práctica a unos niveles
inefables. Literalmente: es difícil describirlo con palabras; aunque,
naturalmente, voy a intentarlo, porque lo de escribir un artículo completamente
en blanco ya lo hizo Alfonso Ussía cuando describió el pensamiento político de
zETAp.
Cuando
la presidencia del Gobierno no era para Sin
vocales más que un sueño (y una pesadilla para cualquier español con dos
dedos de frente), recuerdo que en una entrevista planteó que, si llegara al
Gobierno, consideraría la posibilidad de eliminar el Ministerio de Defensa.
Pues
bien, en su mensaje de Nochebuena a los miembros de las Fuerzas Armadas que
están cumpliendo misiones en el extranjero, les dijo que os queremos sanos y salvos. Viniendo de (casi) cualquier otro
político (bueno, no tantos; de los que hay en activo habría que empezar a
descontar a Chistorra, Junior…), uno podría creerse que habla
sinceramente, con el corazón. Tratándose de éste, se ha desdicho tantas veces
de sus palabras (y de sus desdecimientos)
que ya no es posible creerle, ni aun cuando dice la verdad.
Suponiendo,
claro está, que sea capaz de tal cosa.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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