jueves, 23 de enero de 2020

El júrgol es asín

Estas últimas semanas, cuando –como suele decirse- la cabeza de Ernesto Valverde empezaba a oler a pólvora –más que de costumbre- en relación con su puesto de entrenador del primer equipo del Fútbol Club Barcelona, se planteó la cuestión de su sustitución por Javier Hernández, y se establecía la alternativa de si el charnego debería venir ya o esperar a final de temporada.
Mi opinión, claro está, era que debería venir cuanto antes. Considero a Hernández, junto con su modelo a imitar (en el fútbol y en la política), uno de los personajes más sobrevalorados (empezando por el concepto que tiene de sí mismo) del fútbol moderno. Por consiguiente, considero que su aterrizaje en el Farça supondría unos resultados que constituirían un tortazo de tal calibre que podrían escucharlo desde su actual residencia en el Golfo Pérsico.
Lamentablemente, aunque se destituyó a Valverde, su sucesor no fue en antedicho Hernández, sino el mucho menos famoso Quique Setién. Una decisión acertada, desde mi punto de vista, partiendo de la base de que considero erróneo despedir a Valverde; dicho sea todo lo anterior sin que entre a jugar un papel mi aversión furibunda por el equipo rojiazul, pues en tal caso diría que se habían equivocada al no traer ya al amante de las teocracias islámicas.
En cualquier caso, hace casi treinta años el Real Madrid cambió de entrenador a mitad de temporada cuando iban primeros en la Liga, y acabaron no ganando el campeonato ese año. A buen entendedor…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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