Los
progres de salón –bueno, ahora que lo
pienso, todos en general- tienden a tirar de demagogia a poco que se despisten.
Y teniendo en cuenta que suelen andar bastante despistados, su apelación a este
recurso suele ser bastante frecuente.
La
alcaldesa de Barcelona es una progre de manual. Buena para nada,
aprovechategui, despilfarradora del dinero de los demás, las tonterías que dice
sólo son superadas por su bajeza moral. Hace un par de semanas se superó,
porque mató dos pájaros de un tiro: declaró el estado de emergencia climática
(sea eso lo que sea y entienda ella lo que entienda por eso; bueno, además de
un pretexto para restringir la libertad de los demás, algo en lo que los
progres también son peritos diplomados) y ordenó reducir la carne en los menúes
escolares.
Un
grupo de entidades cívicas y ecologistas seleccionadas por la administración
municipal (entre sus amigachos, sin duda alguna) sentó las bases del documento
con el que se pretende reducir la emisión de gases de efecto invernadero en un
cincuenta por ciento en un plazo de diez años (nuevamente, los progres demuestran
que pretenden ordenar la vida de los demás sin importarle la duración de sus
mandatos). Así, a las limitaciones para circular de los vehículos que no
cumplan con los estrictos requisitos medioambientales del municipio se sumarán
nuevas oleadas de prohibiciones, la delimitación de más zonas reguladas,
propuestas para la generación y uso de energía solar en edificaciones privadas,
la rehabilitación energética (sea eso
lo que sea) de las viviendas particulares, la reducción de los plásticos de un
solo uso, la recogida de basura puerta a puerta (es de suponer que a pie, ¿no?;
porque los vehículos de basuras contaminan), la lucha contra la contaminación
acústica (que, vaya usted a saber cómo, ahora resulta que también debe contribuir
al efecto invernadero) y como gran novedad, la limitación de la carne en los
menús escolares.
La
bruja Piruja pretende conciliar las necesidades nutritivas de
los niños con la preservación del medio ambiente y considera probado el impacto
en el medio ambiente de las explotaciones ganaderas, por lo que ha decidido
incluir la reducción de la carne entre las medidas contra el denominado cambio climático; sin consultar con
médicos y nutricionistas, por supuestos, porque qué sabrán ellos de lo que es
bueno o malo para unos organismos en desarrollo.
Entre
las ideas compradas por la alcaldesa figuran también la figura de un experto
por distrito en materia de ecología (nueva vía de colocación de amiguetes), la
creación de refugios contra las olas
de calor (en cámaras frigoríficas, deduzco) y el fomento de la alimentación de proximidad (como hacen
los pájaros con sus crías, es de suponer).
Por
si hiciera falta decirlo y alguien no se hubiera dado cuenta, esa individua no
me cae nada bien.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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