Dijo
Marx (Carlos, no Julius) que la Historia tiende a repetirse, primero como
tragedia y luego como farsa. Esa es la impresión que he sacado con el
procesamiento del que fuera jefe de la policía regional catalana.
Con
independencia de lo que puedan en un futuro hacer los jueces, los fiscales o el
Gobierno (directamente o torciendo el brazo a los dos anteriores), lo que queda
claro es que estos sujetos no son más tontos porque no entrenan. Porque Trapero
ha insistido en sede judicial en que intentó parar el golpe del 1-O y que
colaboró con Policía Nacional y Guardia Civil. Si lo hizo fue de una manera
bastante extraña, puesto que lo que hicieron sus subordinados fue, en general,
ponerse del lado de quienes acudían a votar en un referéndum ilegal en su forma
y delictivo en sus objetivos.
Naturalmente,
la Fiscalía le laminó, aunque sin hacer sangre. Y, por otra parte, para no
hacer demasiada pupa abrió la puerta a que la petición final fuera de sedición,
y no de rebelión, para mantener la coherencia con la sentencia emanada del
Tribunal Supremo.
Porque
lo de esta gente es de traca. Mientras que Trapero dice que no tenía ni idea de los planes golpistas
de Cocomocho, el exsecretario general de la consejería catalana de interior revelaba que avisaban al bleferóptico con
sobrepeso de las actuaciones de la policía regional.
O
sea, sordos y ciegos, pero con logorrea.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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