La izquierda, según ella misma, es más tolerante, democrática, igualitaria y feminista que nadie y, especialmente, que la derecha. La realidad, como suele suceder, es muy otra.
La realidad es que, si las mujeres empezaron a votar en España, fue gracias a la derecha, no a la izquierda.
La realidad es que, instaurada (que no re, puesto que hasta 1.978 nunca hubo verdadera democracia en España… y está por ver que lo de ahora sea verdadera democracia, pero ese es otro tema) la democracia, una mujer accedió por primera vez a un asiento en el consejo de ministros con un gobierno de derechas.
La realidad es que la primera vez que una mujer presidió una cámara del Parlamento -de hecho, las dos a la vez- fue con un gobierno de derechas.
La
realidad es que la primera vez que una mujer ocupó el puesto de Defensor del
Pueblo fue con un gobierno de derechas.
La realidad es que el político vasco que fue condenado por malos tratos a su mujer era un dirigente del PSOE (de izquierdas, por tanto).
La realidad es que la primera vez que un miembro del consejo de ministros sentó en el mismo gabinete a su pareja (mujer, en este caso) fue con el desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer (de izquierdas, por tanto).
La realidad es que quien ha sido acusado de delitos sexuales es un político primero neocom y ahora cocuquista (de izquierdas, por lo tanto).
Y la realidad es a quien están investigando por maltratar a su esposa tras encontrar indicios en su móvil era la mano derecha de quien era la mano
derecha del psicópata de la Moncloa (de izquierdas, por tanto).
Si eso es ser feminista, la
verdad es que prefiero ser un machista.
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