La vicepresidente primera del desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer y vicesecretaria general del partido de la mano y el capullo es licenciada en medicina. Afortunadamente para los enfermos andaluces en particular y españoles en general, nunca ejerció su profesión, sino que prefirió dedicarse a la política.
Eso sí, está tan ayuna de
conocimientos de la ciencia de Galeno como de los fundamentos del Estado de
Derecho. Cuando, tras la absolución de Dani Alves por no haber quedado
suficientemente probada su culpabilidad, lo que forzó la aplicación de la
presunción de inocencia (in dubio, pro reo), consideró una vergüenza
que todavía se cuestione el testimonio de una víctima y se diga que la
presunción de inocencia está por delante del testimonio de mujeres jóvenes,
valientes, que deciden denunciar a los poderosos, a los grandes, a los famosos.
Qué sabrá la tuercebotas esa… pero es una muestra de lo que se piensa. Cuando afecta a los contrarios, claro, porque si afecta a los propios todo es fango, bulos, mentiras.
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