El partido de la mano y el capullo fue, desde su creación, un enemigo -solapado o declarado- del benemérito instituto creado hace siglo y tres cuartos por el duque de Ahumada. Quizá porque en su ideario está defender a España, al Rey, al orden y a la Ley, cosas todas de las que los socialistas abominan.
Por eso, en cuanto han tenido ocasión, han
buscado afrentar a la Guardia Civil. Ya sea colocando a un chorizo a su frente
-cosa que han hecho varias veces, dicho sea de paso-, ya sea favoreciendo a los
cuerpos regionales de policía, ya sea despojándola de competencias en favor de
otras fuerzas del (teórico) orden controladas por enemigos de España, ya sea
negándose a respetar como se merecen a los caídos -por falta de medios, que ya
manda cojones- en la lucha contra el narcotráfico.
Eso pierde importancia allende nuestras
fronteras. Por eso, cuando una delegación europea visitó Barbate, se reunió con las viudas de los guardias civiles, pese al rechazo del partido que pastorea el
psicópata de la Moncloa.
Que seguro que al desgobierno socialcomunista que tenemos la desgracia de padecer le jodió. Y mucho.
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