Cuando Nuestro Señor Jesucristo dijo aquello de fijarse en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparar en la viga que llevas en el tuyo es indudable que hablaba de las personas en general, muy inclinadas, salvo honrosas excepciones a disculpar en sí mismas cosas mucho más graves que las que reprueban en los demás.
Sin embargo, es evidente que, cuando alguien
tiene exposición mediática, esta incongruencia, esta hipocresía, resulta mucho
más llamativa. Cuando un político acusa a otro de corrupto, es probable que en
su partido huela como en Dinamarca. Cuando un político acusa al partido de otro
de escasamente democrático, es casi seguro que en su formación hay prácticas
autocráticas o caudillistas, de adhesión inquebrantable al líder. Y cuando alguien
acusa a aquella a quien estableció digitalmente como su sucesora de ser una hipócrita que se enamoró de la fama, es seguro que él tenga un ego todavía
mayor y un ansia de notoriedad todavía más desbocada.
¿Verdad, Junior?
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