lunes, 11 de noviembre de 2019

Análisis de las elecciones

En ocasiones, tras escribir una entrada en el blog, me da por pensar si lo que he expresado son mis opiniones personales o si, en realidad, lo que he hecho es reaccionar desde el punto de vista de los creadores de opinión con los que pueda sentir una cierta afinidad ideológica (siquiera por estar en contra de las mismas ideas) y que, lógicamente me deben haber influido de alguna manera.
Esta vez no es así: tomé las notas para escribir esta entrada conforme supe los resultados casi definitivos (los resultados del Congreso que son, al fin y al cabo, los que importan más y en los que se suele fijar la gente), y luego me acosté. Así pues, ahí van:

  • PSOE: ha perdido tres diputados y un millón de votos. Teniendo en cuenta que los partidos a su derecha (Ciudadanos) y a su izquierda (Podemos) también han perdido votos y escaños, la decisión de ir a una segunda vuelta no puede sino calificarse de desacertada (Tezanos e Iván Redondo ya estarían tardando en presentar su dimisión, si tuvieran un adarme de vergüenza). Pedro Sánchez ha quedado retratado como lo que es: ni estratega ni táctico, sino un cortoplacista sin vista y sin escrúpulos. Él es el verdadero problema para eliminar el bloqueo de las instituciones. Por otra parte, que digan que los que llevan banderas de España ante su sede son grupos infiltrados de Vox demuestra que la alergia a todo lo que signifique España está profundamente enraizada en el partido de la mano y el capullo.

  • PP y VOX: los primeros han remontado algo y han llegado hasta los ochenta y ocho escaños; los segundos han más que doblado y se han plantado en los cincuenta y dos. Si hubieran concurrido en listas conjuntas (no digamos ya si se les hubiera sumado también Ciudadanos), habrían superado de largo (es mi estimación, basada más en una corazonada que en ejercicios matemáticos) el centenar y medio de diputados (con Ciudadanos rondarían la mayoría absoluta) y serían la opción más firme para formar gobierno. Básicamente, porque el PSOE habría regresado a sus niveles del primer sanchezato, y los barones, con la baronesa a la cabeza, volverían a defenestrarlo, esta vez (esperemos) definitivamente. Al menos, el que Vox haya pasado de la cincuentena de diputados hace que su amenaza de recurrir las leyes palmariamente inconstitucionales (de la de desmemoria histérica a la de igualdad degenerada) sea factible; y, puesto que les han votado para que hagan eso, más les vale hacerlo si no quieren seguir el mismo camino que…

  • Ciudadanos: los analistas hablan de desplome, de debacle o de catástrofe. Para no andarnos con paños calientes, y como le dije a mi padre, el resultado es una hostia de proporciones bíblicas. Desde mi punto de vista, el problema es que el partido empezó con vocación de bisagra y escorado hacia la izquierda (una alternativa a lo que debería ser, en un mundo ideal, el PSC); pero, crecido con la afluencia de desencantados del PP y espantados del PSOE, se vino arriba, se creyó en posición de disputar la primogenitura a la derecha del PSOE… y plof. Al menos, la dimisión de Rivera le honra.
  • Los neocom: 35 diputados los paleoneocom, tres los neoneocom. Mi única valoración es ¿cómo puede haber tantos gilipollas en España que voten comunismo? Y como la calientacamas no sabe mentir, la cara de cabreo que tenía mientras el Chepas daba su discursito –le quité el sonido mientras mi padre hablaba por teléfono- lo decía todo acerca de su opinión sobre los resultados. En cuanto al becario ubicuo, repetía los mantras habituales, como que la ultraderecha (es decir, Vox) quiere hacernos retroceder en derechos. Si me leyera, le retaba a que me dijera sólo uno de esos derechos que, según él, corren peligro.
Mañana os explico qué voté y por qué.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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