domingo, 24 de noviembre de 2019

Un incoherente es el que dice incoherencias

Se puede respetar al adversario, siempre y cuando éste muestre valor, gallardía, coherencia… cualidades que le honren, por muy equivocada que pensemos que puede estar su posición.
Por esto mismo se ha hecho siempre difícil respetar a los terroristas vascos (cobardes donde los haya, que se cagaban por la pata abajo –literalmente- si se encontraban, no ya en inferioridad de posiciones, sino siquiera en igualdad). Y por esto mismo también es imposible respetar a todos esos nacionalistas sobrevenidos que han surgido como setas una vez el hablar ya no les podría suponer un perjuicio: hablo, claro está, del calvo melifluo y del charnego Hernández.
En ese mismo grupo incluyo a Shakiro, un tío inteligente pero que, con frecuencia, se pasa de listo al tomarnos a los demás por tontos. Siempre se le ha acusado de ambigüedad, de nadar entre dos aguas, de ser independentista y al mismo tiempo vestir la camiseta de la opresora España (en esto, Olegario Presas demostró mucha más coherencia).
Hace un par de semanas se descolgó con unas declaraciones en las que decía que apoyaba el derecho a decidir, pero que nunca había dicho que fuera independentista. Tal proclama era de fácil rebatir: tampoco ha dicho nunca lo contrario (la famosa ambigüedad); y, por otra parte, ¿cómo, sin ser independentista, se puede apoyar algo que es a la vez ilegal e inexistente?
Hala, Gerardo, justifica eso si puedes.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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