sábado, 9 de noviembre de 2019

Izmierda

La izquierda española nunca ha mostrado un gran respeto por la legalidad. Ya en sus comienzos como parlamentario, Paulino Iglesias condensó lo que sería la actuación de su partido a partir de entonces: conforme al ordenamiento cuando ello conviniera a sus intereses; al margen del mismo, cuando supusiera un obstáculo para sus fines.
Los neocom son dignos herederos espirituales de esta postura: para ellos, todos los derechos; para los demás, ninguno. Ellos pueden opinar lo que quieran, pero los demás no pueden opinar contra ellos; ellos pueden criticar que los demás coloquen a amigos y familiares, mientras a su vez proclaman que es una mera casualidad que aquellos a los que nombran por ser los más cualificados resulten ser, precisamente, sus amigos y familiares; ellos pueden criticar a los que viven en un piso de medio millón de euros, pero ay del que les eche en cara que viven en un casoplón de medio millón de euros; ellos, en fin, reclaman el respeto a su intimidad, mientras se dedican a dar (literalmente) el nombre y apellidos de aquellos ciudadanos a los que consideran culpables de un comportamiento insolidario.
Para cuando se demuestra que, para variar, la calientacamas había metido la pata, criticando a una propietaria que quería subir el alquiler de su piso cuando resulta que el inquilino cobra dos mil quinientos euros mensuales y que los dos hijos trabajan, ya era tarde: había sufrido escraches en su trabajo y padecía de ansiedad continua.
Y mientras, esa indocumentada que aspiraba a vicepresidente del Gobierno de España (aunque, visto lo visto, quizá mejorara a la presente), a lo suyo.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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