miércoles, 19 de mayo de 2021

Júrgol es fúbol

Parece que fuera hace una eternidad, y hace tan solo un mes que una docena de clubes propusieran inicialmente la creación de una “Superliga Europea de Fútbol”, una especie de NBA con una serie de participantes clasificados de oficio (miembros natos, por así decirlo) y algunos puestos abiertos a la clasificación.

La competición murió casi antes de nacer. Nada más empezar, se bajaron del carro los seis clubes ingleses (los dos de Manchester -City y United-, los dos de Londres -Chelsea y Arsenal-, el Liverpool y el Tottenham); les siguieron los dos clubes de Milán y el Atlético de Madrid, con lo que sólo quedaron el Real Madrid -promotor de la idea, como hace casi tres cuartos de siglo lo fuera también de la Copa de Europa-, el Fútbol Club Barcelona (aunque supeditando su presencia a la aprobación de los socios) y la Juventus de Turín (que declaró, empleando no la más afortunada de las expresiones, que existía un pacto de sangre con el Real Madrid).

No nos engañemos: los promotores de la competición buscaban dinero. Y no nos engañemos tampoco: los que se oponen a la misma (tanto a nivel interno como supranacional) no lo hacían por el fair play, la defensa de los clubes modesta o su asco a una competición elitista. No: lo hacían por el dinero, porque si la Superliga saldría adelante, ellos perderían el control y, consiguientemente, los ingresos.

Porque, como dice la canción, el dinero es lo que hace rodar el mundo. A lo que parece, también lo que hace rodar el esférico en el balompié.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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