domingo, 9 de abril de 2017

A buenas horas

Algunos llevan –llevamos- mucho tiempo señalando que la situación en Cataluña es cualquier cosa menos democrática. Según el discurso necionanista, la esencia de la democracia radica en el recurso a las urnas; por esa regla de tres, tan democrática resulta Suiza, donde se celebran referenda cada dos por tres, como Cuba, donde hay elecciones pero un solo partido político.
Desde mi punto de vista, en cambio –y no me cansaré de repetirlo-, la democracia descansa en el imperio de la Ley, en el estado de Derecho. Y si hay una región en España –se me ocurren al menos dos más, pero hoy no viene a cuento- en la que no rige la Ley, esa es Cataluña. Al parecer, el presidente del Gobierno de España se ha percatado de está circunstancia, ya que hace no mucho dijo que se está liquidando el estado de Derecho en Cataluña.
Sin embargo, cuando alguien infringe la Ley, se le detiene, se le juzga, se le condena y cumple la pena impuesta. Ya sea preparando un referéndum ilegal o montando un escrache en la sede de un partido político. Lo que no es de recibo es que se anuncie un chorreo de dinero en infraestructuras, o que se inyecten miles de millones entre rescates e inversiones; máxime cuando, al ir a un acto oficial en el que anuncia estas decisiones, nadie va a recibirle.
Porque los secesionistas interpretan estos actos como lo que son, una muestra de debilidad; y esos actos no les apaciguan, sino que les envalentonan y les inducen a perseverar en su actitud, seguros de que el chorro de millones seguirá fluyendo. Y mientras, en Madrid, la mitad de los neocom en el Ayuntamiento se ausentan de un pleno en el que se votaba la condena del escrache antes mencionado; entre ellos, nada menos que el responsable del Plan de Derechos Humanos y al que el PSOE pidió a Carmena que le retirara esta competencia.
Ese mismo PSOE gracias al cual una anomalía histórica (no son palabras mías, sino de ellos mismos) gobierna en la capital de España.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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