El
actual sistema español de cotización a las pensiones por jubilación es el
ejemplo paradigmático del timo piramidal. Es una construcción que sólo se
sostiene si los niveles de empleo son razonables y la natalidad se mantiene en
una tasa de reposición suficiente. Cuando falla alguno de estos factores –no
digamos los dos-, el castillo de naipes se derrumba.
Eso
ha pasado en España. En la época de bonanza laboral se creó una hucha de las pensiones que permitió
crear primero y aumentar después un fondo de reserva para cuando llegara la
época de vacas flacas. La cosa empezó a empeorar con la nefasta gestión
económica del Rodrigato, que si no
recuerdo mal invirtió parte de esa hucha en deuda pública. Luego, la lenta
recuperación económica (más lenta que recuperación), y la tasa de natalidad
bajo mínimos han hecho que el fondo se haya evaporado, hasta llegar al punto de
que el Estado tenga que prestar a la Seguridad Social más de diez millardos de euros para poder pagar las pensiones.
Así
que, volviendo al título de esta entrada: o nos replanteamos el sistema, o del
precipicio al que vamos directos no nos libra nadie… se pongan como se pongan.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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