El
comunismo, con la posible excepción de San Marino –este es un extremo que
tendría que comprobar, pero hace muchos años leí que era el único caso- nunca
ha llegado al poder en un país a través de medios democráticos.
En
realidad, nunca han dejado de ser una fuerza política marginal a nivel nacional
en Europa Occidental (salvo en Italia). Sólo la llegada de la crisis económica
ha hecho (o eso quiero pensar) que la gente se haya sentido atraída por quienes
les ofrecían una solución (fácil… en teoría, como todas las que propone la
izquierda, pero básicamente irrealizable en la práctica) a su desesperada
situación.
Pero
cuando la situación se ha ido arreglando, o parece que se va arreglando, la
gente recupera el sentido práctico y abandona a esos vendedores de humo. A las
protestas convocadas por los neocom
sólo acudieron unos cientos de personas. Junior
se fue a Berlín, donde acudieron muchos menos. Y es que los alemanes son
gente seria, poco amigos de frivolidades (ya han tenido bastante gobierno de
extremistas… de uno y otro signo).
En
cuanto al título de esta entrada… bueno, es un homenaje a un par de viajes que
hice hace década y media. Con suerte, alguna de las dos personas que puede
captar la referencia lo leerá.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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