sábado, 15 de abril de 2017

La chinita en el zapato de Su Graciosa Majestad

Los ingleses (y, por extensión, los británicos) nunca se han sentido del todo cómodos en Europa. Como he leído en alguna parte (en algunas partes, más bien), su política desde que se constituyó como nación (es decir, el último medio milenio, aproximadamente) ha consistido en oponerse a la potencia continental imperante (España, Francia, Alemania…), fuera esta cual fuera.
Por eso, cuando entraron en la Comunidad Económica Europea, y más cuando ésta devino en Unión Europea, lo hicieron, pero de aquella manera; al británico modo, podríamos decir (siguiendo esa otra práctica que se resume en la frase con razón o sin razón, mi país es lo primero). Es decir, aprovechando las ventajas y rechazando los inconvenientes (o lo que ellos consideraban como tales).
Mientras estuvieron dentro, la UE se puso de perfil en lo referente a Gibraltar, puesto que, al fin y al cabo, se trataba de un contencioso entre dos estados miembros (como decía Antonio Ozores, Gibraltar siempre será un peñón… y nada más por mucho que se empeñen gibraltareños, británicos y tontiprogres españoles, añado yo). Sin embargo, ahora que los de la Union Jack se marchan, parece que las instituciones europeas apoyan a aquella de las dos partes en conflicto que aún es miembro de la UE; esto es, España.
Que eso ha sentado a cuerno quemado en el país del rosbif y el té con pastas lo demuestra el hecho de que un exministro de Margaret Thatcher ha propuesto llevar la independencia de Cataluña a la ONU, avisando a España de que está jugando con fuego con Gibraltar y el Brexit.
Supongo que los necionanistas catalanes aplaudirán con las orejas esta salida de pata de banco (sin saber que llevarlo a la ONU es el modo más seguro de que la cosa se eternice... y, si no, que pregunten a los palestinos, por ejemplo), pero es que, como en tantas otras cosas, lo que pretenden no es equiparable, ni mucho menos, a ningún proceso de descolonización. Eso dejando aparte el Tratado de Utrech, que viene a establecer que Gibraltar será británico mientras lo sea, y después no puede ser otra cosa que español, salvo que a España no le apetezca.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

No hay comentarios: