Con
la pérdida del gobierno de la comunidad autónoma valenciana por el PP, y la
llegada al mismo de la patulea de izquierdas –el PSOE ya gobernó la región en
los lejanos tiempos de Juan Lerma, pero ahora está apoyado por regionalistas de
izquierda y neocom-, está
repitiéndose, corregido y aumentado, el mecanismo que se lleva aplicando en
Cataluña desde hace cuatro décadas ya.
Es
decir, primero se potencia lo regional como opuesto a lo nacional (español).
Luego, se dictan normas que buscan dar una cobertura jurídica a esa
discriminación. Posteriormente, los tribunales (tanto da que sean los
regionales o los nacionales) anulan las disposiciones discriminatorias con el español. Ya sólo queda un paso: que las autoridades regionales se pasen por el
epidídimo (ya sé que la forma fina de referirse al forro de los cojones sería escroto,
pero de momento mantengo la incorrección porque, a efectos prácticos, el
resultado es el mismo: los delinquidores hacen lo que les peta) esas
resoluciones judiciales.
Lo
más triste, quizá, es que –aunque en este caso concreto la lengua afectada es
el valenciano, y no el catalán- ni siquiera lo hacen como potenciación de una
identidad regional valenciana, sino
como seguidismo de las políticas hispanófobas de Cataluña (lo mismo que en
Baleares). Es decir, sobre malvados, trabajan además para otros.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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