Suele
decirse que los refranes son reflejo de la sabiduría popular y que, por eso
mismo, tienden a acertar. Sin embargo, hay uno que demuestra su falibilidad una
y otra vez, y es aquél de que en España ya no cabe un tonto más.
En
realidad, falla sólo relativamente, porque los tontos que se van descubriendo
ya se encontraban en territorio patrio. Varía sólo, por tanto, la distribución
porcentual entre los estultos y los que no lo son, con los primeros en aumento
sostenido y, lo que es peor, sin vergüenza ninguna en proclamar a los cuatro
vientos su inefable estupidez.
Es
el caso del secretario general del SAT, Óscar Reina, que se ha ofrecido a poner
urnas para que los catalanes que viven en Andalucía puedan votar en el referéndum. La generosidad de su gesto no se detiene ahí, sino que abarca
incluso el proporcionar observadores
internacionales andaluces para el butifarrendum.
Y
mientras unos engrosan las filas de los cretinos, otros las abandonan o, al
menos, ponen de manifiesto el sinsentido de lo que sostienen las mencionadas
filas. Me refiero al jefe de los servicios jurídicos de la asamblea legislativa
de la comunidad autónoma catalana, que declaró su opinión contraria a la legalidad de la citada patochada electoral.
En
la citada cámara, mientras tanto, como quien oye llover…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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