lunes, 7 de agosto de 2017

Fíjate en lo que hago, y no en lo que digo

De cara a la galería, los secesionistas catalanes se muestran firmemente convencidos de dos extremos: la licitud de sus aspiraciones (la legalidad es otra cosa, puesto que son capaces de saltarse hasta las normas que ellos mismos han aprobado) y la seguridad de que van a conseguir sus propósitos, empezando por la celebración de la segunda edición de su butifarrendum.
Sin embargo, sus actos y, sobre todo, sus actitudes, desmienten tal firmeza y seguridad. Están, para empezar, las sucesivas purgas en el consejo de gobierno de la comunidad autónoma, destituyendo a aquellos consejeros considerados como dudosos. Purgas que, hay que reconocerlo, no se realizan a tontas y a locas, ya que Cocomocho se toma la medida de suspender su agenda oficial a fin de citar uno a uno a sus consejeros para ver si están dispuestos a arriesgar su patrimonio. Los catalanes, ya se sabe, siempre han mirado mucho la pela, especialmente la propia. Tan es así que, requerido para firmar el recibo de las urnas, Cocomocho preguntó si le habían visto cara de tonto. Se desconoce la respuesta que recibió, si la hubo.
Tal altura de miras por parte del presidente del consejo de gobierno contrasta grandemente con el egoísmo de su segundo al mando, el estrábico con sobrepeso, que mirando sólo por sí mismo en lugar de sacrificarse altruistamente por el bien del pueblo catalán, rechazó la posibilidad de asumir la consejería para el butifarrendum ante la posibilidad de jugarse su carrera política.
Semejante bajeza de miras por parte de sus subordinados fue, sin duda, lo que obligó a Cocomocho a apartarse de la citada ronda de consultas y forzar a su vicepresidente y a su encargado de asuntos exteriores –al que, en una muestra indudable de su filantropía, mantiene en su puesto a pesar de los escasos, por no decir nulos, éxitos que ha obtenido en el desempeño de su tarea- a prometer que montarán el butifarrendum II.
Fue sin duda el ver doblegada su voluntad lo que hizo que el gordo bizco tomara en sus manos las riendas de la pantomima electoral y, de paso, humillara a la antigua Divergencia (huy, perdón, quería decir el Partido Democrático de Cataluña). No queda claro si dentro de esa humillación se encuentra el hecho de que el frente separatista incorporara a las filas de los defensores del butifarrendum a un demócrata de tan acrisolado currículo como el terrorista convicto y confeso y expresidiario Arnaldo Otegi.
Los más avispados lectores de este blog habrán percibido el tono irónico ascendente de esta entrada. Me ha salido sin pretenderlo, pero es que la única manera de tomarse la actitud de los supradichos bufones es a risa. O eso, o mandarles las fuerzas del orden para ponerles entre rejas de una refitolera vez.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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