jueves, 31 de agosto de 2017

Filántropo

Iba a decir que uno de los pecados de los que creo estar libre es el de la codicia, en el sentido de querer más de lo que se tiene. No creo que nadie, salvo acaso los santos, se vea libre del mismo. Otra cosa es que uno nunca tenga bastante con lo que tiene y busque siempre conseguir más y más, aun cuando tenga ya suficiente, no sólo para vivir holgadamente, sino para que lo hagan incluso sus hijos.
Es el caso de Ignacio Urdangarín (nunca he entendido esa manía de no usar un nombre tan vasco como Ignacio, sustituyéndolo por el Iñaki de las narices), cuñado de Su Majestad el Rey. Como suele decirse, dio el braguetazo (no me crucé con esa expresión hasta mi último año en el colegio, y de primeras no supe lo que significaba) casándose con la infanta Cristina, lo que, en principio, debería haberle asegurado un cómodo porvenir.
Sin embargo, el antiguo jugador de balonmano del Barcelona (no creo que haya relación de causa a efecto, aunque no ha sido el único vinculado con la entidad rojiazul que ha tenido problemas con el fisco) no tuvo suficiente, y se dedicó tanto a trapichear en el tráfico de influencias (¿qué más influencia que ser yerno del Jefe del Estado?) como a ocultar esos trapicheos a Hacienda, con lo que incurría en delito fiscal. En los trapicheos cabía conceder el beneficio de la duda, en el sentido de que podrían no ser estéticos sin dejar de ser éticos (ojo, que no digo que lo fueran o lo dejaran de ser, sólo que cabe la posibilidad); en la defraudación en los impuestos, no.
Su mujer se libró echando por tierra tantas décadas de lucha por la liberación femenina (no sé, no me enteraba, esas cosas las lleva mi marido, firmaba lo que me ponían, confío plenamente en mi marido…). Él no, fue condenado, y en su recurso ante el Supremo ha alegado que fue sólo un amigable componedor, y que actuó con la conciencia de que todo se hacía correcta y legalmente.
Yo que él, llevaría la conciencia al taller, porque la tiene un poco averiada. No será ilegal, pero firmar como el duque em-palma-do es de todo menos correcto.

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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