La
izquierda –al menos la española, que es la que tengo más vista… para mi
desgracia- suele prometer en campaña electoral cosas irrealizables. La derecha,
en cambio, propone cosas más sensatas y provechosas, aunque luego no siempre
cumpla sus promesas (para ejemplo, Mariano Rajoy).
De
momento, el candidato de PP anda prometiendo cosas interesantes: entre los
tangibles, una revolución fiscal inmediata si es presidente del Gobierno, bajando el impuesto de sociedades por
debajo del veinte por ciento y suprimiendo sucesiones y donaciones.
Entre
los intangibles, ha lanzado el anuncio de algo que es tan de justicia como de
sentido común: una ley de la lengua que acabará con la discriminación del
español en según qué partes de España. A este respecto, Núñez Feijóo (que cada
vez me va cayendo peor) parece que se ha dado por aludido, porque ha señalado
que la iniciativa de Casado no va dirigida a Galicia.
Teniendo
en cuenta, Albertito, que allí también se orilla a la única lengua que todos
los españoles tienen el deber de conocer y el derecho a utilizar, a lo mejor
también va dirigida a esa esquinita del país.
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