El
sectarismo ideológico suele estar reñido con una visión práctica de las cosas. Esto
es así tanto a la derecha como a la izquierda; pero, siendo quien soy y
pensando como pienso, el palo de hoy le va a caer (¡vaya sorpresa!) a la
izquierda.
Un
ecologista coñazo, sandía o ecolojeta (que de las tres maneras puede llamarse)
se opondrá por activa, por pasiva y hasta por perifrástica al uso de la energía
nuclear para generar electricidad. A cambio, defenderá el uso de las llamadas
energías renovables (cuando inagotables sería un término mucho más
ajustado), y hasta de las centrales térmicas de gas o de carbón.
Y
ello a pesar de que, estadísticamente, la energía nuclear es segura, poco
contaminante (la gestión adecuada de los residuos haría que fuera cero
contaminante) y, sobre todo, no contribuye al calentamiento global (admitiendo que tal cosa exista... aunque esa es otra historia). Pero eso
qué le importa al rojerío biempensante…
Vale,
a lo mejor con eso de cero contaminante
me he pasado unos cuantos pueblos…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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