Los
grupos de presión que reclaman tolerancia para sus postulados, aduciendo en
general que en el pasado sufrieron intolerancia, resultan en general los más
intolerantes. No paradójicamente, ni sorprendentemente.
Y
esto, ¿por qué? En parte, por simple reacción humana: los cristianos fueron
perseguidos hasta que dejaron de serlo… y entonces se pusieron a perseguir
ellos hasta que el poder civil se emancipó del religioso y tuvieron que
moderarse (y en cristianos meto a
todas las ramas salvo, quizá, a los coptos, que me parece que nunca han
perseguido a nadie, los pobrecitos). Los musulmanes, en cambio, fueron
perseguidos apenas diez años, hasta que Mahoma tomó el poder, y desde entonces
no han dejado de perseguir siempre que han tenido (tienen) ocasión.
Pero
hay otro componente, y es que estos grupos de presión (los no hererosexuales, las hembristas) suelen estar trufados de
izquierdismo. Y la izquierda, por esencia, tiende al totalitarismo. Pueden plegarse
(si no tienen otro remedio) a las reglas de juego de la democracia, pero
buscarán imponer su cosmovisión, su pensamiento (es un decir…), su línea de
actuación, a toda costa.
¿Y
a qué viene todo lo anterior? Pues son los pensamientos que me ha suscitado
leer que una discoteca que se llenó para escuchar a Santiago Abascal ha sufrido
el boicot del lobby LGTBXYZ y ha
tenido que pedir disculpas por acoger un acto de Vox.
¿No
estamos en democracia? ¿No tiene cualquiera derecho a defender sus ideas,
aunque éstas vayan contra el sistema? ¿Habrían reaccionado los del citado grupo
de presión de igual manera si el local hubiera acogido un acto de, digamos, los
sediciosos catalanes o los filoterroristas vascos?
Respectivamente:
teóricamente, depende… y amosanda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario