Los
regionalismos periféricos han aprovechado la rendija que les dejó la Constitución
y han hecho que lo que deberían ser lenguas cooficiales en sus regiones se
impongan de modo absoluto en esas regiones e intenten imponerlo en el resto de
España.
Porque
cuando los anteriores monarcas inaguraron no sé qué monumento, en la placa
ponía Joan Carles i Sofi; pero cuando
Pérez vino a un programa de televisión y alguien le llamó José Luis se puso hecho un basilisco y dijo que su nombre era otro –que
no voy a repetir-, aquí y en la China. Es decir, que Juan Carlos es Joan
Carles, pero él no puede ser José Luis.
Pero
en el corazón de la antigua Corona de Aragón, a la que pertenecieron los
condados catalanes, se han plantado. Cuando en el club culerdo pusieron su
nombre en catalán, el Real Zaragoza reaccionó y les contestó que Real Zaragoza, si us plau.
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