En
los años ochenta, el papa Juan Pablo II castigó al sacerdote Ernesto Cardenal,
no sé si por meterse en política, por coquetear con la teología de la
liberación o por ambas cosas. Es famosa la foto en la que el nicaragüense aparece
arrodillado ante el polaco mientras éste, con ademán severo, parece estarle
amonestándole. Casi
cuatro décadas después, otro papa, Francisco, ha levantado dicho castigo al
ahora nonagenario poeta.
El
papa sabrá, pero ¿se ha arrepentido Cardenal? Porque el perdón sin
arrepentimiento ennoblecerá a quien perdona, pero al perdonado lo le sirve de
nada.
De nada bueno, se entiende.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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