Por
mucho que se empeñen en afirmarlo, los golpistas catalanes han sido de todo
menos pacíficos. O, por mejor decir, el golpe ha sido de todo menos pacífico. Ninguno
de los que están siendo juzgados, creo, ha realizado directamente un acto de
violencia en relación con el golpe. Sin embargo, han consentido, alentado,
incitado, promovido, tolerado y hasta mirado con simpatía infinidad de actos
violentos, físicos y verbales, pasados y presentes.
Tomemos
el caso de la secretaria judicial que estuvo presente durante el registro de la
consejería de Economía. Ese registro en el que la sede del órgano fue sitiada,
y los coches de las fuerzas del orden (estatales) fueron destrozados. Para ese charnego separatista cuyo apellido le define mejor que cualquier otra palabra que yo
pueda encontrar, aquello fue una merienda.
La secretaria, en cambio, sintió miedo, temió por su integridad física, tuvo
que subir a la azotea, descolgarse por un muro al edificio colindante y
alejarse de la zona en un coche sin distintivos.
Una
merienda de negros es lo que fue, y que les den a los ofendiditos por motivos
raciales.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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