Que
los políticos en el poder se van a servir de ese poder para sus propios
intereses, personales o de partido, es algo que la gente da por descontado casi
automáticamente. Que esos mismos políticos van a tener un mínimo de vergüenza
en ese uso espurio del poder es, por otra parte, lo mínimo que se espera de los
mismos: ya que no son honrados, y que sabemos que no lo son, y que saben que lo
sabemos, que hagan como si lo fueran, o al menos como si quisieran aparentar
que lo son.
En
esto, como en tantas otras cosas, Sin
vocales y su gobierno se han apartado de la norma. Además de recurrir de
modo normal a medios excepcionales (pues excepcional debería ser el recurso a
la fórmula del real decreto-ley), han hecho un abuso obsceno de los medios
públicos para fines privados (qué se podría esperar, podríamos decir, de quien
ha tenido relación, siquiera tangencial, con el mundo de las saunas homosexuales;
por lo de la obscenidad, digo).
Ahora
(es un decir, la noticia es de hace un mes), dctr Snchz se ha descolgado con la campaña electoral, además de más
larga –puesto que no disolvió las Cortes, sino que anunció que las disolvería…
semanas antes de hacerlo-, más cara de la Historia. Y todo ello a cuenta de los contribuyentes. Contribuyentes que no es que no sean nadie, como diría la
ígnara egabrense: contribuyentes somos todos.
Y
sí, sé que quizá me haya pasado un poco con la referencia oblicua al suegro del
marido de Begoño. Pero ¡qué
demonios!, es que el sujeto (el yerno, no el suegro) no se merece menos…
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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