Si
esta serie de entradas no tuvieran todas el mismo título, la de esta en
particular podría ser que antes se coge a un mentiroso que a un cojo.
Los
golpistas catalanes no paran de repetir que lo suyo no es más que el intento de
dar salida a las aspiraciones seculares de Cataluña. Vamos a pasar por alto que
ni seculares (cien años y gracias) ni de Cataluña como un todo (como dijo
alguien que no logro encontrar a finales del XIX o principios del XX, se
reconocía fácilmente al nacionalista catalán porque solía ser el más tonto del
pueblo), y quedémonos sólo con aquello de que España oprime a Cataluña, y que
la violencia durante el butifarrendum II provino
únicamente de las fuerzas y cuerpos de seguridad estatales (es decir, Polícia
Nacional y Guardia Civil).
Esto,
como casi todo lo que sale de la boca de los golpistas, es mentira. Es decir,
es palmariamente falso y ellos saben que es falso, que es el significado que yo
doy al término mentira: no sólo decir algo que no se corresponde con la
realidad, sino saber, además, que existe esa falta de correspondencia (si se
ignorara estaríamos ante un error).
Porque
si los que aspiran a la independencia de Cataluña fueran unos pacíficos
merendantes (que diría Rufián), ¿por qué iba la policía regional a advertir a
la Guardia Civil, cuando ésta registraba la Consejería de Economía, que si salís con las cajas os matan?
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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