La
izquierda (los políticos que se dicen de izquierdas, suelo decir) acostumbra a
afirmar que no hay nada más tonto que un obrero que vota a partidos de
derechas. Personalmente, discrepo de semejante postulado, pero vamos a darlo
por cierto.
Porque
si aceptamos que los obreros que votan a partidos de izquierdas no son tontos,
habremos de asumir que sus afirmaciones son, cuando menos razonables. Y, en tal
caso, ¿cómo queda el hecho de que el becario ubicuo sea insultado y acosado en un barrio de Madrid por sus propios votantes (hipotéticos, se entiende: ya
sabemos que el voto es secreto).
Como
las palabras no tienen desperdicio, no puedo resistirme a reproducirlas
(repárese en la riqueza y expresividad de la lengua española):
Sois una puta vergüenza (…) no habéis hecho una puta mierda (…) Queremos saber qué es lo que exactamente estáis haciendo vosotros y la gente de vuestro partido mientras estáis luchando por la batalla de egos.
Lo
dicho: sin desperdicio.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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