miércoles, 1 de enero de 2020

En los tiempos de Maricastaña

Empiezo el año comportándome como un sujeto grosero y maleducado (vaya novedad, me dirán algunos), pero es que no puedo resistirme a poner por escrito el pensamiento malvado que me asaltó.
Resulta que doña Rojelia, tras dejar la primera línea de la política municipal, en lugar de dedicarse a ponerse al día con Hacienda, o cocinar magdalenas (por dar dos alternativas así, a bote pronto), sigue empeñada en decirles a los demás lo que deben hacer. En esto hace honor a su ideología comunista (por más que alguien que conozco y que la votó jura y perjura que no, que la juez filoetarra no es comunista), totalitaria y dirigista como pocas.
Resulta que la buena señora (empleo este último término en su sentido marxista… pero de Groucho, no de Carlos, cuando dijo aquello de disculpen si les llamo caballeros, pero es que no les conozco demasiado bien) se ha lanzado a -¡a sus años! ¿No tendrá nada mejor que hacer?- concienciar a los jóvenes sobre sexualidad, tirando para ello de la correspondencia, por lo visto bastante abierta y descriptiva, que Carlos III dirigió a sus padres con motivo de la entrada en la vida matrimonial y sus goces de alcoba.
Ya llego a la grosería. Lo que pensé fue que, si la susodicha tiró de esas epístolas, fue quizá porque, dada su provecta edad, resulta posible que conociera personalmente al mejor de sus antecesores en el puesto de primer edil de la Villa y Corte.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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