domingo, 21 de junio de 2020

Blanco y en botella

A los progres les jode sobremanera que una mujer les diga las del barquero. En primer lugar, porque a nadie le gusta que le digan cosas desagradables a la cara. Veamos… ¿acaso se puede decir algo bueno de la actual clase política progre? Pues eso.
Pero es que, además, las mujeres de derechas suelen estar ahí por méritos propios, no por cuotas. Repasemos: Isabel Tocino, Elvira Fernández, Luisa Fernanda Rudí, Esperanza Aguirre, Soraya Saéz de Santamaría, María Dolores de Cospedal… Algún avispado me sacará el caso de Ana Botella, pero a esto opondré dos objeciones: la primera, que entró en política cuando su marido ya había abandonado la política activa (y no como la jóvena o la calientacamas de Galapagar); y la segunda, que tenía una carrera profesional digna de tal nombre (no como, de nuevo, la calientacamas de Galapagar).
Pero es que además, si es alguien sin pelos en la lengua, sin maricomplejinismo, la cosa les molesta todavía más. Por eso les molestaba Esperanza Aguirre. Por eso les molesta Isabel Díaz-Ayuso. Y por eso les molesta Cayetana Álvarez de Toledo, perfecta dominadora de un estilo dialéctico que supone una bofetada en todos los morros del oponente cada vez que habla. Un estilo que, si hubiera sido más empleado, quizá hubiera evitado que la izmierda se creyera con derecho a decir lo que le venga en gana.
Reproduzco aquí las palabras por las que recientemente ha saltado, de nuevo, a la palestra. Se las dirigió al vicepresidente segundo del desgobierno, alias Chepas:
Usted es hijo de un terrorista, a esa aristocracia pertenece, a la del crimen político.
Junior reaccionó diciendo que era un delito y que invitaría a su padre a emprender acciones (legales, se supone). La tercera autoridad del Estado mandó retirar las palabras de la marquesa (la de verdad, no la de Villa Tinaja), del Diario de Sesiones. Vamos por partes.
Empezando por el final, siempre me ha parecido una chorrada eso de borrar (siquiera figuradamente) cosas del diario de sesiones de una asamblea de cualquier tipo. Si alguien se cisca en los muertos de otro, o pone en duda su honorabilidad u honradez, está en su derecho de decirlo. Y si lo ha dicho, debe constar en el acta que se levante de los parlamentos (es decir, en el Diario de Sesiones), pues no hacerlo supone traicionar el espíritu de reflejo de lo expresado.
Sigamos. No fue Cayetana, fue Pableras, el que alardeó de que su padre perteneció al FRAP. Esa organización fue un grupo terrorista. Por definición, los que pertenecen a organizaciones terroristas son terroristas, hayan cometido o no crímenes de sangre, delitos o se hayan dedicado a repartir propaganda. Ergo el padre putativo del Coletas fue un terrorista, salvo que sólo sea eso, putativo, y no biológico (a ese respecto corrió un chiste que decía que si la madre del Coletas -que llamó marquesa de pacotilla de lengua bífida a la portavoz en el congreso del PP- decía que el padre del susodicho no era terrorista, debíamos hacer caso, puesto que ella sabría, mejor que nadie, quién era de verdad el padre de aquel que decía que disfrutaría azotando a una periodista hasta hacerla sangrar).
Termino: se supone que lo dicho en la tribuna de una asamblea legislativa por uno de sus miembros está amparado por la inmunidad parlamentaria. Así pues, que el terrorista diga que denunciará a Álvarez de Toledo, aunque reconozca que le jode (pues si te jode, no lo hagas, tontolaba), debería dar lo mismo. Que asegure que cargos del PP se han puesto en contacto con él avergonzados por el estilo "cayetaner" sólo demuestra que en el principal partido de la oposición sigue habiendo maricomplejines. Y que tarde tres semanas en presentar la demanda indica que no parecía correr tanta prisa…
Ojalá hubiera habido y hubiera más como Cayetana Álvarez de Toledo. Otro gallo nos cantaría.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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