martes, 23 de junio de 2020

Reflexiones atemporales (IV): Español, español, español

Entre los izquierdistas españoles -y entre los que no lo son, pero aceptan lo que dicen aquéllos- se sostiene que la derecha (o las derechas) se han apropiado de los símbolos nacionales. Yo creo que no es así.
Cuando las manifestaciones de protesta contra el desgobierno socialcomunista -que, al igual que los aplausos desde los balcones, parecen haber decaído- surgieron, no eran pocos los que llevaban banderas de España. ¿Porque eran de derechas? Quizá algunos, pero se hace difícil pensar que en un país sociológicamente de izquierdas -como decía mi madre, algo en lo que no estaba de acuerdo con ella- haya tantos derechistas. No: estoy convencido de que, si llevaban la enseña rojigualda, era porque saben que molesta a la izquierda, tanto más cuanto más radical sea.
Y no es porque sea un símbolo franquista, como acostumbran a decir esos paletos ignorantes que llaman inconstitucional, preconstitucional o anticonstitucional al águila de san Juan, cuando no es ninguna de las tres cosas. Les molesta porque, como el himno, el escudo o la Corona, es símbolo de la unidad de España, patria común e indivisible de todos los españoles.
Desde la derecha nunca se ha llamado cutre pachanga fachosa a la Marcha Real. Desde la izquierda, sí. Desde la derecha nunca se ha acudido a manifestaciones con otra bandera que la nacional. Desde la izquierda, sí, de la tricolor republicana a la tinta de sangre comunista. Desde la derecha nunca se ha silbado el himno nacional. Desde la izquierda, nacional o regional, sí. Desde la derecha nunca que han quemado, retirado o denigrado imágenes del Jefe del Estado o de su familia. Desde la izquierda sí.
Así pues: ¿de quién es la culpa?

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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