sábado, 27 de junio de 2020

Inventos infernales

El tercer volumen de la saga de Máquinas mortales reafirma mi impresión tras leer el segundo libro: para ser una serie juvenil -aunque ese calificativo se suele dar a cualquier producto cultural (música, cine, literatura…) en la que los protagonistas (vale, en el caso de la música, los intérpretes) son adolescentes, por más que los temas que traten sean adultos-, el nivel de la misma es notable.
No es sólo que los personajes evolucionen -bastante más que los de la coetánea saga de Harry Potter, a mi entender-, sino que el autor plantea cuestiones de lo más variadas, desde la lealtad o la piedad a si el fin justifica los medios.
Por otra parte, si tanto la primera como la segunda parte tenían finales, aunque abiertos, lo suficientemente concluyentes (por así decirlo), el de esta tercera pide a gritos un cuarto (y último) volumen.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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