domingo, 14 de junio de 2020

El oro del depredador

En este segundo volumen de la saga de Máquinas mortales, su autor, Philip Reeve (obsérvese cómo introduzco palabras superfluas para separar dos hiperenlaces), logra, no diré que hacer evolucionar a sus personajes principales, pero sí dotarles de matices, de una cierta riqueza de carácter. Los personajes, en general, no son monolíticos, no son blancos o negros: tienen grados de gris, tanto los principales como los secundarios, y los buenos como los malos.
Por otra parte, también hay ciertos giros argumentales sorprendentes -quizá un poco menos por el hecho de haber comenzado a leer la saga por la precuela-, y por lo que he podido leer en Wikipedia, se van sentando las bases para futuras tramas y lo que, a todas luces, resulta un final de lo más adulto para una serie teóricamente juvenil.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!

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