Durante
esta pandemia, y en mi entorno próximo, algunos han atribuido los comentarios
críticos contra el desgobierno en general y su presidente en particular al
hecho de que este último caía mal al crítico. Otros, en cambio, lo han
atribuido a que esas ideologías no gustaban al crítico (vale, en este
segundo caso, que no me gustaban, porque el crítico era yo).
Ambas
afirmaciones eran certeras… y no lo eran, al menos no del todo. Es verdad que ni
Pierre Nodoyuna ni Junior son, precisamente, objeto de mi
devoción. También es cierto que no me gustan ni el socialismo -y menos en su
actual encarnación hispana- ni el comunismo, se llamen como se llamen y se
disfracen de lo que se disfracen.
Hay
más. es que considero a ambos sujetos en concreto y a las ideologías que
patronean como sumamente dañinos, perniciosos… en una palabra: peligrosos. Ojo,
que no digo que todos los que se proclaman socialistas o (incluso) comunistas,
sean malas personas. Conozco a varios de unos y otros a los que no dudaría en
calificar de magníficos seres humanos, y que cuentan con mi aprecio y afecto.
Pero
es que cuando uno de izquierdas es malo, es como uno de los hermanos
Malasombra: malo malo malo de verdad.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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