Para
algunos (incautos, malvados), los neocom
son unos muchachos bienintencionados que vienen a limpiar de basura la política
española. Para otros (pesimistas, realistas, escarmentados, reflexivos) no son
sino una muestra, puesta al día en cuanto a las formas inmediatas, del más
rancio marxismo leninismo, que sólo persigue alcanzar el poder y, una vez
conseguido este objetivo, mantenerse en él del modo que sea.
He dicho
formas inmediatas. Sin embargo, en
cuanto se confían, se despistan o, simplemente, se les contraría, los neocom española muestran los peores
modos y maneras de la extrema izquierda de toda la vida. Basten dos ejemplos
para aclarar esta cuestión.
El primero
es el de la Villa y Corte. La penúltima ocurrencia de doña Rojelia ha consistido en la creación de una policía comunitaria paralela con jurados vecinales. O, por decirlo sin
tanto artificio verborreico, y al más puro estilo de la dictadura cubana, el
consistorio propone nombrar gestores de
barrios, de quienes dependerán los agentes. Cuando se presentó semejante
propuesta liberticida, la estríper asaltacapillas defendió que era una
propuesta hecha por una consultora (lo cual es cierto, ya que se pagó por ella
la bonita suma de dieciséis mil cuatrocientos cincuenta euros… mira que son
tontos, Guillermo Toledo les podría haber explicado de primera mano cómo
funciona el tema); sin embargo, inicialmente fue presentada como propia al
resto de partidos. Al final, la oposición en bloque (menos mal que esta vez
Carmena no fue apoyada por los cuates de su cuasihomónimo Carmona que, la
verdad, no sé si sigue todavía en el grupo municipal socialista) logró paralizar el plan de la antigua abogada laboralista (sin desearle la muerte, ni
mucho menos, de la que nos habríamos librado si hubiera estado en cierto
despacho cierto día de los años setenta…)
El
segundo ejemplo se produjo en Cádiz. El inefable Kichi, al tener también en
contra a todo el consistorio de la tacita de plata, ni corto ni perezoso aprobó
por su cuenta los presupuestos municipales. Es lo que hacen los neocom: si un norma no les gusta, no
buscan cambiarla. Directamente, van y se la saltan.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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