Esta continuación de Pollyanna puede dividirse en dos partes,
a las que por conveniencia llamaré melodrama
y folletín, aunque cada una participe
de las características de la otra. Es decir, la parte de melodrama tiene algo
de folletín (aunque poco), y la de folletín un cierto componente de melodrama
(en mayor medida que al revés, aunque sin exagerar).
La primera parte vendría a ser
una continuación casi perfecta del primer volumen de la serie, en el sentido de
que los sucesos narrados toman como punto de partida la estancia de Pollyanna
en el hospital tras el accidente que la dejó temporalmente inválida. A partir
de ahí, la protagonista conocerá a nuevos personajes a los que inducirá a jugar
a su juego y cuyas vidas cambiará para mejor. Esta parte finalizará con la
muerte (hay que ser brutos) de uno de los personajes de la primera novela.
En la parte de folletín, seis de
los personajes están enamorados unos de otros (dos a dos, no hay parejas
cruzadas), pero (casi) todos sin excepción malinterpretan las señales y creen
que el objeto de sus anhelos quiere a otra persona, por lo que son infelices;
aunque, como no podría ser de otra manera, al final todos los implicados son
felices y comen perdices. También se resuelven los cabos sueltos que se habían
dejado a lo largo de ambas novelas, aunque habría que criticar a la autora que uno de los
personajes, tras una evolución positiva en la primera novela, sufre lo que
podríamos llamar una involución que lo devuelve prácticamente al punto de
partida.
¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!
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